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Como respuesta a la pandemia de COVID-19, las investigaciones relacionadas con la salud se han multiplicado y se están conduciendo ensayos clínicos y otras investigaciones con seres humanos para buscar tratamientos y vacunas eficaces y seguros para COVID-19. En este contexto, los comités ético-científicos deben estar preparados y organizados para realizar una revisión ética rigurosa de las investigaciones y, a su vez, contar con procesos rápidos y flexibles para dar una respuesta eficiente a los tiempos y necesidades de la emergencia sanitaria. 

Por ello, compartimos estos dos modelos de la Organización Panamericana de la Salud que servirán de apoyo y guía para los CEC en el proceso de evaluación ética de investigaciones relacionadas con COVID-19: 

 

Modelo y pautas operativas para la revisión y supervisión éticas de las investigaciones relacionadas con COVID-19

Orientación y estrategias para agilizar la revisión y supervisión éticas de investigaciones relacionadas con COVID-19

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CUANDO COMENCÉ MI DICTORADO

Cuando empecé mi doctorado hace más de 20 años en Estados Unidos asistí a una inducción obligatoria de seguridad en laboratorios de docencia e investigación, conocí los principales riesgos presentes en mi laboratorio, los manuales de seguridad, la gestión de residuos, cómo actuar frente a distintas alarmas, y varias cosas más. Además, se podía “profundizar” en otros temas desde primeros auxilios hasta manejar extintores, incluyendo una sesión práctica con llamas de verdad. La Unidad de Seguridad en Investigación tenía varios profesionales dedicados a entrenar, hacer visitas a terreno, responder dudas y apoyar emergencias. Además, cada departamento tenía una persona experta que apoyaba esta labor. Había indicios de una “cultura de seguridad” (1), especialmente considerando la prioridad que daban las autoridades universitarias a través de una inversión fuerte en personal y sistemas de seguridad.

 

 SIN EMBARGO, COMO SE DICE EN BUEN CHILENO, IGUAL “METÍ LA PATA”

Con mucha vergüenza vi de lejos cómo unos astronautas sacaban un par de matraces de 250 mL de mi laboratorio, como si fueran un par de bombas sin detonar de la Segunda Guerra Mundial. Mi pecado fue hacer una disolución de azida de sodio (NaN3) y sulfato de manganeso. No hubo caso de explicar que sus concentraciones eran inferiores mil veces de las que usa el método Winkler modificado para medir oxígeno disuelto en agua publicado en el Standard Methods for the Examination of Water & Wastewater. Indicaron que en la hoja de seguridad del NaN3 decía que es incompatible con metales, y por lo tanto había un riesgo de explosión. El NaN3 es de temer no solo por su toxicidad: 100 g bastan para inflar en menos de 30 milisegundos el airbag de un auto. Mi profesor guía no estaba feliz: tuvo que pagar USD 10.000 para que vinieran los astronautas a retirar mis matraces. Mis compañeros de laboratorio tampoco. Unos tuvieron que posponer sus actividades experimentales y otros sintieron que los había puesto en riesgo.


“Si queremos progresar hacia una cultura de seguridad a nivel institucional, es fundamental

la gestión del riesgo a través de protocolos que sean revisados,

mejorados, compartidos, actualizados, y cumplidos”


 

RETROSPECTIVAMENTE, ESTE “FAIL” FUE UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS FORMATIVAS EN MI DOCTORADO

Retrospectivamente, este “fail” fue una de las experiencias más formativas en mi doctorado. La cadena causal tuvo varios eslabones, pero sólo comentaré uno: mi poco involucramiento en los protocolos de seguridad de mis experimentos. Mi profesor supervisor se encargaba de las aprobaciones, y preferíamos hablar de ciencia que de temas de seguridad, especialmente si se trataba de usar metodologías ya publicadas. Nunca me tocó escribir un protocolo de seguridad y conseguir una aprobación explícita de los métodos que emplearía. Había hecho los entrenamientos, me consideraba prudente, y en general sentía que tenía criterio suficiente para minimizar riesgos. No pensé que otros colegas con quienes compartía laboratorio podrían interesarse en los detalles de mis experimentos, ni tampoco nunca nadie me los pidió. Además, tenía la percepción que no podía dedicar tiempo valioso para hacer “trámites” de seguridad, sino que tenía que lograr los resultados de investigación que me pedían.


Todavía creo que el cálculo termodinámico de la energía máxima liberada por los milígramos de NaN3 disueltos no justificaba que vinieran astronautas a retirar mis matraces, pero me equivoqué en juzgar el rol que juegan los protocolos de seguridad como instrumento de comunicación y gestión del riesgo. Si hubiera explicado a priori mis experimentos a través de protocolos apropiados, hubiera ahorrado recursos y malos ratos a varias personas, incluyendo mi profesor guía, mis colegas y la jefa del laboratorio. Incluso, tal vez, hubiera podido hacer mis experimentos sin vulnerar el derecho a información de terceros y cumpliendo con el deber de someter a revisión procedimientos que lo requerían.

 

LA POSIBILIDAD DE ACCIDENTES ES INHERENTE A CASI CUALQUIER ACTIVIDAD EN NUESTRA VIDA ACADÉMICA

La posibilidad de accidentes es inherente a casi cualquier actividad en nuestra vida académica. Si queremos progresar hacia una cultura de seguridad a nivel institucional, es fundamental la gestión del riesgo a través de protocolos que sean revisados, mejorados, compartidos, actualizados, y cumplidos. Especialmente en nuestra universidad, donde el cuidado de la comunidad y el ambiente es central a nuestros principios.

 

  

Referencias
National Research Council (2014). Safe Science: Promoting a Culture of Safety in Academic Chemical Research. Washington, DC: The National Academies Press. https://doi.org/10.17226/18706.
American Chemical Society. (2012). Creating Safety Cultures in Academic Institutions: A Report of the Safety Culture Task Force of the ACS Committee on Chemical Safety.
Nuclear Regulatory Commission (2011). Final Safety Culture Policy Statement (NRC-2010-0282).


NOTA:Se ha definido “cultura de seguridad” como un compromiso colectivo de una organización, líderes e individuos, de enfatizar la seguridad como una prioridad frente a metas que compiten y otras consideraciones, para asegurar la protección de las personas y el medioambiente (ver American Chemical Society, 2014; Nuclear Regulatory Commission, 2011; National Research Council, 2014).

Imagen: Escuela de Ingeniería UC

Marcia Gaete en lab

 El documento fue trabajado por la Presidenta de este comité, Marcia Gaete junto a Ana María Salas, Secretaria Ejecutiva del mismo, y muestra desde una mirada global y en torno a logros, avances y dificultades asociados a la gestión realizada por el comité durante el año 2019.

El proceso de creación de la primera memoria anual del Comité Ético-Científico de Cuidado Animal y Ambiente “fue todo un desafío que significó una recopilación ardua de información para hacer un consolidado, que se pudiese trabajar y exponer a los miembros de la comunidad UC”, destacó la Presidenta de este CEC, la doctora Marcia Gaete.

“Durante el proceso fuimos visualizando, con gráficos y números, toda la labor que cumplen los miembros del comité, haciendo un balance del trabajo y entendiendo dónde estamos actualmente”, señaló Gaete sobre la construcción de este documento, en el que también participó la Secretaria Ejecutiva del CEC, la Médico Veterinario, Ana María Salas.

 

Herramienta de gestión

La primera memoria del CEC de Cuidado Animal y Ambiente consta de secciones como: el  fundamento de la labor del CEC-CAA, la composición del comité, el recuento de revisión de protocolos y otras actividades realizadas durante 2019. “A través de esta memoria descubrimos la relación del trabajo con los miembros, las necesidades que tenemos en gestión y la articulación de nosotros como comité con el resto de la comunidad UC”, dijo Gaete.

Por su parte, la doctora Alejandra Santana, encargada de la Unidad de Ética y Seguridad de Investigación UC destacó que uno de los criterios de transparencia y cuenta pública a los que deben responder los CECs, es la generación y divulgación a la comunidad de una memoria anual correspondiente a su trabajo.

“En ella se incluyen descripciones del funcionamiento y composición del comité, así como el recuento de sus resoluciones, evaluaciones, enmiendas, suspensiones, renovaciones y seguimientos”, detalló Santana.

Para la presidenta del comité, “el desafío actual está en acercarse a los investigadores, a la comunidad UC, a nosotros mismos como miembros, desarrollar políticas que permitan aumentar el bienestar del cuidado animal y medioambiental para crear una cultura de ética UC”, concluyó.

Pueden acceder a la Memoria Anual del CEC de Cuidado Animal y Ambiente 2019 aquí.

 

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La actividad permitió que autoridades y académicos de esta nueva carrera de la universidad conozcan, en detalle, el quehacer que realiza, con los comité ético-científicos, esta unidad de la Vicerrectoría de Investigación.

 

Captura de pantalla 2020 08 14 a las 09.46.20Con la presencia del director de Medicina Veterinaria, Víctor Cubillos, junto a académicos de esta carrera, se desarrolló la presentación de la Unidad de Ética y Seguridad en Investigación UC, exponiendo aspectos relativos a su funcionamiento, competencias y relación con los comités de ética.

El encuentro estuvo dirigido por la doctora Alejandra Santana, encargada de la Unidad de Ética y Seguridad en Investigación UC; junto a Ana María Salas, Secretaria Ejecutiva del Comité Ético Científico de Cuidado Animal y Ambiente, quien a su vez es Médico Veterinario; y la doctora Jessica Gimpel, Médico Veterinario Institucional de la universidad.

“La carrera de Medicina Veterinaria está sensibilizada con lo que busca el Programa Cuidado Animal y se están estableciendo puentes y vínculos estrechos para poder articular los lineamientos del programa con la formación de pregrado en Veterinaria”, explicó Santana.

En la presentación se mostró qué es la Unidad de Ética y Seguridad en Investigación UC, sus antecedentes e historia, cómo se constituyó y el reglamento que la rige. También, todo lo relativo al CEC de Cuidado Animal, los requerimientos, la documentación que se exige, el paso a paso de los procesos y los datos de contacto.

“Finalmente, se hizo una explicitó la articulación de los componentes de Programa Cuidado Animal, que son tres: la Médico Veterinaria Institucional, el Comité ético-científico y el Oficial Institucional que, en este caso, es el Vicerrector de Investigación UC, Pedro Bouchón”, agregó la encargada de esta unidad.

Pueden revisar más información de los comités ético-científicos UC aquí.

Esta versión tiene un instructivo con el detalle de cómo presentar una investigación a la evaluación del comité. Además, cuenta con tablas para la dosificación de fármacos y más información especializada en el uso de animales de laboratorio y en diseño experimental.

Nota nuevo protocolo

Con el fin de mejorar la compleción de los documentos para la evaluación ética de los proyectos de investigación en los que intervengan animales, el Comité Ético Científico de Cuidado Animal y Ambiental (CEC CAA) actualizó su protocolo y adjuntó un instructivo que simplifica el proceso. También se incluyeron tablas de dosificaciones de fármacos, como anestésicos, analgésicos, antiinflamatorios de uso frecuente en procedimientos experimentales y links a páginas donde los investigadores podrán acceder a plataformas de información especializada.

“A su vez, realizamos la actualización de las secciones donde se detallan las observaciones en la plataforma de evaluación, de tal forma que coincidan con las secciones del protocolo. Esta actualización también incidirá en los miembros evaluadores del comité, ya que implicaría una revisión más eficiente”, explicó Ana María Salas Rossetti, encargada del CEC de Cuidado Animal y Ambiente de la Unidad de Ética y Seguridad en Investigación UC.

El proceso

El desarrollo de esta nueva versión fue un esfuerzo de todo el comité, liderado por su actual presidenta y académica de la Facultad de Medicina UC, la doctora Marcia Gaete, quien se dedicó a su diseño. Además, implicó consultar a distintos investigadores, como a los mismos integrantes del comité que son académicos de la universidad y usuarios del CEC-CAA. “Significó acoger sugerencias y críticas, realizar múltiples revisiones hasta que finalmente salió definitivamente a la luz”, comentó Salas.

La encargada del CEC de Cuidado Animal y Ambiente recomendó a los responsables de los proyectos que ante cualquier inquietud pueden comunicarse a su correo. “Uno de nuestros objetivos es mantener la comunicación, a través de nuestras distintas plataformas online. Durante este tiempo, que hemos estado en trabajo remoto, nos hemos contactado con varios investigadores y es increíble lo útil de esta interacción, tanto para ellos como para nosotros”, concluyó.

Revisen el nuevo protocolo del Comité Ético Científico de Cuidado Animal y Ambiental aquí.

 

Imagen: Facultad de Química UC